¿Qué está PASANDO en FRANCIA? El verdadero motivo detrás de las PROTESTAS

Francia está literalmente en llamas y esta vez parece que es más grave que nunca. Los vídeos que llegan desde allí son una absoluta locura y la situación está completamente fuera de control. La muerte de Nahell, un joven francés de ascendencia argelina de 17 años, por un disparo de la policía cuando intentaba evadir un control, ha provocado una ola de protestas que se han extendido de Nanter a todo el país, desatando un estallido de violencia pocas veces visto en el país galo. El gobierno francés ha desplegado 40.000 policías para hacer frente a esta ola de disturbios que ya ha causado centenares de heridos y detenidos.
Pero ¿qué está pasando en Francia? ¿Hay algo más detrás de este estallido de ira que la muerte del joven? ¿Cuál es la realidad social francesa ahora mismo? En este artículo, vamos a explorar y comprender la estructura social francesa para entender qué está ocurriendo realmente en Francia.
La migración y sus consecuencias
Para entender el contexto actual, es necesario remontarse a la historia de Francia después de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, Francia necesitaba una gran cantidad de mano de obra para reconstruir el país. Y ¿sabéis dónde la encontró? Efectivamente, en sus colonias, especialmente en Marruecos, Argelia y Túnez. Muchos trabajadores procedentes del norte de África se asentaron en la Francia europea.
Esta presión migratoria aumentó cuando estos países obtuvieron su independencia. Sin embargo, la situación económica de estos nuevos países no era la mejor, especialmente la de Argelia, que había logrado su independencia tras una sangrienta guerra contra Francia. Por lo tanto, para muchos argelinos, tunecinos y marroquíes, irse a Francia a trabajar era un paso lógico. Estaba cerca, sabían hablar francés y tenían lazos históricos con Francia. Así que, dicho y hecho, el efecto llamada hizo que millones de inmigrantes llegaran a Francia durante los años 50 y 60.
Pero esto no fue el final. Una nueva ola migratoria llegó en los años 70 después de que el gobierno francés optara por políticas de reunificación familiar. Esto permitió que muchos trabajadores que llevaban años en Francia pudieran traer a sus familias. Sin embargo, para sorpresa de nadie, los inmigrantes que llegaban a Francia ocupaban, por lo general, los peores puestos de trabajo. Es decir, aquellos que los franceses no estaban dispuestos a hacer debido a las peores condiciones y menor remuneración.
De esta manera, en Francia comenzaron a formarse los llamados «barrios periféricos» en los que se concentran ciertos grupos étnicos o raciales con origen extranjero. Estos barrios se han convertido en verdaderos cinturones de pobreza y marginación social. Carecen de infraestructuras adecuadas, sufren altas tasas de criminalidad y mayores tasas de desempleo. De hecho, muchos de ellos se han convertido en territorio de diferentes mafias de narcotraficantes que aprovechan las protestas para organizar saqueos y asaltos.
Sin embargo, reducir estas protestas a la actuación de las mafias es demasiado simplista. La segregación por barrios también tiene efectos importantes en la educación. Las escuelas en estas áreas a menudo tienen dificultades para proporcionar una educación de calidad debido a la falta de recursos y a la alta rotación de maestros, ya que muchos de ellos tratan de evitar los barrios más conflictivos. Esto limita las oportunidades de los jóvenes que viven en estas áreas y perpetúa el ciclo de pobreza y marginación.
Además, a este cóctel hay que añadirle el factor de la estigmatización. Los barrios en Francia sufren una estigmatización negativa en la sociedad y en los medios de comunicación. A menudo, son retratados uniformemente como lugares de pobreza, crimen, radicalismo y fracaso de integración. Esta estigmatización puede tener un impacto muy real y negativo en la vida de las personas que viven en estos barrios. Puede afectar las oportunidades de empleo, la educación y alimentar el aislamiento social y la exclusión. Además, crea el caldo de cultivo perfecto para que los habitantes de estos barrios se relacionen cada vez más solo entre ellos, generando endogamia y separación.
Por si todo esto fuera poco, el radicalismo religioso también se ha extendido como la pólvora en estos barrios. Muchos hijos de inmigrantes, siendo franceses, no se sienten como tal y, en ocasiones, buscan en el extremismo religioso una salida a su odio. Esto se pudo ver perfectamente en los miles de franceses que se unieron a las filas del ISIS para luchar en Siria o Irak.
El problema de la delincuencia y la polarización
A todo lo mencionado anteriormente, se suma el problema de la proliferación de la delincuencia en estos barrios. Esto ha dado lugar a una incalculable cantidad de actuaciones policiales que han polarizado tanto a muchos ciudadanos de estos barrios como a los propios policías. Mientras los agentes están hartos de jugarse la vida día tras día en estos lugares, la misma policía francesa también ha sido protagonista de varios escándalos por abuso de poder y malas prácticas.
La muerte de Nahell ha sido la chispa que ha encendido la mecha de la ira acumulada. La situación está completamente fuera de control y de nada ha servido que el mismísimo presidente de Francia, Manuel Macron, haya calificado la actuación del policía como inexplicable. Tampoco ha servido de nada que el policía que disparó esté acusado de homicidio voluntario. La rabia de los manifestantes parece no tener consuelo y los disturbios continúan siendo terribles en toda Francia.
La pregunta es: ¿hasta cuándo durará esta situación? Mientras las mafias siguen campando a sus anchas y contaminando las protestas, mientras los integristas religiosos se frotan las manos por la cantidad de jóvenes descontentos que son carne de reclutamiento, la situación se torna cada vez más compleja.
En definitiva, en estos lugares se han creado verdaderos oasis de pobreza. La pobreza y la segregación étnico-racial han generado comunidades no integradas, con una educación deficiente, que han dado como resultado la expansión del extremismo religioso, el aumento de la delincuencia y una profunda rabia contra todo el sistema. El Estado, la sociedad acomodada y la policía se han convertido en los enemigos de aquellos que se están manifestando.
La situación está completamente fuera de control y parece que el gobierno francés tiene un gran desafío por delante para controlar la situación. Los manifestantes tienen sus razones y es necesario escuchar sus demandas para buscar soluciones a largo plazo. La estigmatización, la falta de oportunidades y la segregación no pueden ser ignoradas si se busca una sociedad más justa y equitativa.
¿Será capaz el gobierno francés de controlar la situación? ¿Tienen razón los manifestantes en su lucha? Estas preguntas quedan abiertas, y es importante fomentar el diálogo y la comprensión para encontrar soluciones que permitan construir un futuro mejor para todos.